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TECHO: El rescatista de los más necesitados

Por Julieta Ferrer

En 1997, un grupo de jóvenes preocupados por la situación precaria e inaceptable en la que se encontraban millones de personas, tuvo la iniciativa de trabajar por el sueño de superar a través del esfuerzo y la unión, las adversidades generadas por un factor en común: la pobreza. En la evolución de la pobreza, hay 3 fuertes etapas las cuales se diferencian entre sí. La primera, que abarca la década de los 70, no alcanzaba a la décima parte de la población del Gran Buenos Aires. En la década de los 80, en la segunda etapa, el nivel de pobreza aumentó significativamente. En la primera mitad del siglo XX hubo un crecimiento del 50% y 100% por encima del periodo anterior. Y hacia fines de la década, crecen casi de manera  excepcional, reflejando los desequilibrios económicos que vertieron en los procesos de hiperinflación de 1989 y 1990. La tercera etapa, en los 90, hubo una estabilización de precios, generando un alivio en la sociedad, un alivio que duró poco. A partir de la mitad de la década, los índices de pobreza tendieron a crecer y hacia fines de los 90 y principios del nuevo siglo, registraron un gran crecimiento. El sentido de urgencia en los acontecimientos, llevo a estos jóvenes a construir viviendas de emergencia en conjunto con las familias que vivían en condiciones inadmisibles y a enfocar su energía en la búsqueda de soluciones específicas a las problemáticas ue las comunidades enfrentaban día a día. A partir de los ingresos de cada hogar, se analiza si estos tienen la capacidad de satisfacer un conjunto de necesidades alimentarias y no alimentarias consideradas esenciales.


TECHO, inicialmente conocida como “Un techo para mi país” es una organización latinoamericana sin fines de lucro, es decir aquellas que no tienen una meta económica pero que si requieren de fondos monetarios para elaborar ésta organización. Dicho organismo está liderado por jóvenes de diferentes países de América latina y el Caribe. Su principal objetivo es dedicarse a tomar conciencia (entre menores de 30 años de edad) respecto a la importancia que tiene que aquellas personas que más lo necesitan, cuenten con una vivienda.

 

A la hora de elegir a quienes ayudar, se enfocan en los asentamientos marginales, es decir, aquellas personas que viven o tratan de sobrevivir en áreas insalubres, susceptibles a enfermarse o morir por las condiciones de vida. Además apoyan a distintos países que han sufrido catástrofes como terremotos, como fue el caso del terremoto de Perú en el año 2007, el de Haití en el 2010 o el tsunami y terremoto de Chile. Siendo tan fuerte el caso de Haití habiendo provocado daños irreparables a viviendas y personas, TECHO, en ese momento “techo para mi país” había sido una de las primeras instituciones que reaccionó para ayudarlos, quien luego recibió fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la construcción de 10.000 viviendas en ese país. Esta organización, consigue financiamiento mediante donaciones que provienen, tanto de empresas importantes, como de particulares. Cada granito de arena, suma. En el caso de nuestro país, llega en el 2003 a partir de la construcción de las cuatro primeras viviendas de emergencia en Córdoba, precisamente en la ciudad de Jesús María. Hoy en día, la organización no gubernamental cuenta con varias oficinas, ubicadas en distintas provincias: Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Salta, Neuquén, Misiones, Chaco, Corrientes y Rio Negro.


Cuando se habla de organización no gubernamental, se refiere a una organización sin fines de lucro, a cargo de ciudadanos que tienen en común una visión y misión, pudiendo obtener financiamiento por parte del gobierno o de otras ONG (como fundaciones) o de empresas o individuos particulares. Se busca una sociedad justa, igualitaria, integrada y sin pobreza, en la que todos y todas puedan ejercer sus derechos y deberes plenamente y tengan las oportunidades para desarrollar sus capacidades.


Techo realizó un trabajo de campo de un alcance considerable, para el cual dispuso de un equipo con experiencia y conocimiento del territorio, y contó con un instrumento completo y una metodología pertinente para la localización y caracterización de los asentamientos informales relevados. Son importantes tanto los alcances, como los obstáculos y las limitaciones encontradas en el proceso de relevamiento.

En lo que se refiere a los alcances, cabe destacar que, además de consultar diversas fuentes para la creación de una base de asentamientos informales, TECHO recorrió físicamente todo el territorio que se propuso. Se logró así, una construcción colectiva de información obtenida directamente de las fuentes primaras. En lo que se refiere a las limitaciones y obstáculos, cabe mencionar que la multiplicidad de formas que adoptan las prácticas habitacionales y su desarrollo a lo largo del tiempo y en distintos territorios del país, ha tornado muchas veces difuso el acercamiento y el registro empírico del objeto de estudio perseguido: el asentamiento informal.

La informalidad urbana no es un atributo exclusivo de los asentamientos, de ahí que en muchos de los territorios relevados se hayan encontrado prácticas habitacionales difíciles de clasificar; tales como situaciones en las cuales se hace difícil establecer el límite entre aquellos barrios que en su origen se constituyeron como asentamientos y que en la actualidad se encuentran integrados a la ciudad formal. En diversos barrios, es posible advertir sectores con un mayor grado de consolidación de las viviendas y/o acceso formal a los servicios básicos, como así también sectores de viviendas muy precarias y con acceso deficitario a los servicios.

En este sentido se observaron dos modalidades: mientras que en algunos casos las viviendas más precarias se agrupan en la periferia o “fondo” del barrio constituyendo una identidad marcada por las mismas necesidades y reclamos, en otros casos se instalan de manera dispersa en los espacios que van quedado disponibles sin llegar a consolidar una identidad común.


Frente a este fenómeno se registraron únicamente aquellas situaciones en que las viviendas precarias se concentran en un sector evidenciando un marcado contraste con el resto del barrio. El relevamiento de asentamientos informales, es un proyecto del Centro de Investigación Social de TECHO que busca caracterizar y georreferenciar los asentamientos informales, considerando como ejes el acceso a la titularidad del suelo y los servicios básicos. El objetivo, es tener una aproximación actualizada cada dos años, que permita comprender y visibilizar la evolución de la problemática y contribuir al monitoreo, revisión y diseño de las políticas públicas vinculadas al acceso al hábitat adecuado para miles de familias que viven en la informalidad y la segregación urbana.

El hecho de que TECHO se plantee como objetivo el poder relevar el territorio donde vive más del 60% de la población del país en búsqueda de asentamientos informales, es una tarea ardua y compleja. Por tal motivo, optaron por una estrategia colectiva y colaborativa, que implico la participación e involucramiento de organizaciones de la sociedad civil, organismos estatales, organizaciones territoriales, universidades y principalmente, cientos de voluntarios y vecinos referentes de cada uno de los asentamientos informales.

 

Esta modalidad de trabajo le permitió a TECHO recorrer y relevar todo el territorio, municipio por municipio y barrio por barrio, contando con el apoyo y la participación directa de los más diversos actores locales. Prats, plantea que el Estado recibe demandas, excesivas y contradictorias por lo tanto responder a uno implica no responder a otros. Para la satisfacción de estas demandas hay que ver la capacidad del Estado y los recursos políticos, económicos y técnicos que posee. Esto podría resumirse en que el Estado recibe inputs (demandas), las procesa y genera outputs (políticas públicas) que responden a los pedidos adecuados a sus recursos.
 

La causa de la perdida de legitimidad es la incapacidad de responder los reclamos de la sociedad. Una brecha creciente de demandas insatisfechas provoca que el Estado pierda legitimidad, generando en la sociedad una concepción hacia el Estado como “inútil”.
Una de estas problemáticas es la pobreza y si bien el Estado es quien debería hacerse cargo, hay cuestiones que exceden al mismo Estado. Es por esto que las organizaciones voluntarias como TECHO cubren necesidades y demandas de la sociedad. La incapacidad del Estado para llegar a todos los puntos y cubrir las necesidades de la sociedad, concluye en una alianza entre organizaciones y el Estado para abarcar el mayor número de necesidades y soluciones posibles.


A TECHO le es muy importante la participación de la comunidad en estas demandas sociales, como en las políticas públicas, ya que se sirven del voluntariado para lograr sus proyectos. Hay que tener en cuenta, que el Estado no solamente es Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sino que el Estado está formado por todos los ciudadanos que somos partícipes. Y como miembros de la sociedad, todos tenemos en cierta parte responsabilidad en los conflictos sociales.


Actualmente, la mayoría de la población mundial reside en ciudades y las áreas urbanas se mantienen en crecimiento. Si bien para algunos, eso contribuye a mitigar situaciones de pobreza, otros hablan de “urbanización de la pobreza “, lo cual no supone que a mayor urbanización hay más pobres, sino que la pobreza se encuentra más concentrada en los núcleos urbanos. Esa mayor urbanización impactó también en la forma de crecimiento del espacio urbano, que fue adquiriendo distintas matices y generando también algunos conflictos como la extensión del espacio urbano, ambientales (congestión, polución, basurales, etc) hacinamiento, segregación espacial, pobreza urbana y el crecimiento y persistencia de situaciones de informalidad urbana, entre otras.

 

TECHO entiende por informalidad urbana a aquellas ocupaciones (villas y asentamientos) y loteos fraudulentos, que suponen la transgresión a los procesos normados, urbanísticos y/o jurídicos. Esa definición puede parecer reduccionista, en el sentido que además conlleva otros aspectos, como la alienación a derechos básicos de acceso a la tierra y la vivienda. La carencia de esos bienes se constituye además en un componente esencial de la pobreza, sobre todo de la pobreza urbana, al considerarlos básicos e indispensables para la producción y la reproducción de la vida en las ciudades. Así es como aquellas familias que no encuentran una respuesta a sus necesidades habitacionales, ocupan suelo y construyen sus viviendas, según sus posibilidades, estrategias y expectativas. Cada lógica y procesos de producción habitacional, responde a diversos intereses y diversas posibilidades que derivan en la conformación del espacio urbano y arquitectónico. En Córdoba, mientras la villa fue la tipología de informalidad predominante, en los últimos años, otras modalidades de ocupación de espacio urbano se hicieron presentes. Tal es el caso de la toma de tierra y los loteos fraudulentos, cuya apropiación territorial difiere por casos de aquellas, lo que responde no solo a variables urbanas de asimilarse a la ocupación formal del espacio, sino a otros factores sociales y culturales del ser y parecer.


TECHO brinda la posibilidad de ser un voluntario más, pero a la hora de inscribirte y formar parte de ese gran equipo, espera que se lo tome con honestidad y profesionalismo, cumpliendo con lo que la persona se comprometió desde un principio. El enfoque de TECHO está en la juventud, es por esto que se desarrollan campañas de captación de voluntarios en universidades, colegios y centros de estudios técnicos. Mediante todo el trabajo de voluntarios y habitantes de asentamientos, busca hacer política y generar incidencia, teniendo el objetivo de cambiar la situación de pobreza en la que viven millones de personas en la región como mencioné en un principio.

 

Un asentamiento, para que se entienda el término, es definido como un grupo de 8 o más familias que viven en un terreno que se encuentra en una situación irregular en términos legales y que tiene falta de acceso formal a servicios básicos como agua, electricidad y alcantarillado. En casi la mitad de los asentamientos informales de la provincia de Córdoba (48,8%), la mayoría de los hogares cuenta con una conexión irregular a la red pública de energía eléctrica. Se entiende por conexión irregular, a lo que comúnmente se denomina como hogares “enganchados” al servicio formal. El porcentaje de barrios con este tipo de conexión es más prominente en la capital que en el interior de la provincia. Como contrapartida, el 35,7% de los barrios informales de la provincia de Córdoba, cuenta con conexión regular a la red pública de energía eléctrica, con medidores domiciliarios. El 14,5% utiliza medidores comunitarios y solo el 1% de los barrios no cuenta con acceso a la energía eléctrica en la mayoría de sus hogares.
 

En este tipo de aglomerados poblacionales de la provincia de Córdoba, el 86,8%) cuenta con una conexión irregular a la red pública de agua en la mayoría de sus hogares. Solamente el 6,8% de los barrios, cuenta con instalaciones formales de agua corriente en la mayoría de las viviendas. En esta provincia, un 3,4% de los barrios, utiliza agua de pozo. Esta modalidad se utiliza más en el interior provincial y representa al 8,1% de los barrios.
Prácticamente la totalidad de los asentamientos informales (95,2%) utiliza en primer lugar gas licuado en garrafa para sus necesidades de cocina y calefacción.Solamente el 2,4% cuenta con acceso a la red de gas natural. Esta situación se da tanto en el interior como en la capital de la provincia, en proporciones muy similares. Más de las tres cuartas partes de las urbanizaciones informales de Córdoba (77%), no cuentan con asfalto en ninguna de las calles del barrio. Asimismo, algo menos de un cuarto de los barrios (22,6) cuenta con asfalto por lo menos en alguna de sus calles. En este último grupo, el 9,6% de los lugares censados, cuenta con asfalto solo en algunas calles; el 5,3% en todas o casi todas las calles y el 7,7%, solo en la arteria principal. Por último, una cuarta parte de dichos barrios (25%) no cuenta con servicio de recolección de residuos. Únicamente, poco menos de un tercio (32,9%) cuenta con un servicio de recolección de residuos formal, es decir provisto por el Estado, que alcanza a todas las calles del distrito. Los restantes, cuentan con un servicio de recolección de residuos deficiente, que alcanza únicamente a algunos puntos claves del sector y el 13,5% restante se vale de un servicio informal de recolección de residuos, que es organizado y solventado por los propios vecinos. 

 

Si toda esta desigualdad continúa, los ricos son más ricos y los pobres son más pobres…y el Estado no brinda las herramientas necesarias ni a las personas ni a los movimientos sociales dispuestos a ayudar a la sociedad, más organizaciones como TECHO deberán acudir en respaldo de los más necesitados.

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